La hora de los quiubo

El primer día de clases de octavo básico, nuestro profesor jefe nos indicó que, luego de la semana ignaciana, habría una instancia denominada “la hora de los quiubo”, donde se establecerían las responsabilidades derivadas de los resultados de dicha actividad.

La hora de los quiubo” junto con “las patrañas de los curas comunistas” son interesantes elementos de dicho año.

No hubo hora de los quiubo, porque el rector le indicó a nuestro profesor jefe que el fondo de la semana ignaciana es competir sanamente, y la instancia indicada no ayudaba con lo de sanamente.

Recuerdo también de ese 1991, que una tarde fría de invierno comenzó a caer agua nieve, y salieron los otros octavos del primer piso (nosotros en el segundo) a ver la novedad, y no solo recibieron agua nieve, sino que algún tipo de agua humana.

Ese año eran los trabajos de música que eran más que globales, tenían tres notas, que incorporaban la grabación de un casete con fragmentos y comentarios. El profesor de dicho ramo se regocijaba de dos maneras: a) siempre entregaba las notas de más malas a mejores, en voz alta y lentamente; b) llamaba enormemente la atención respecto a los elementos sonoros de dichos casetes tipo “¡a tomar once!” o “creo que esto es Beethoven”.

¿Fue ese año el “Jadue, pregone”?

2 thoughts on “La hora de los quiubo

  1. Lo otro divertido fue cuando a Vitu lo llaman a la pizarra y mientras sonaba una u otra musica de variados ritmos, estilos o lo que sea, el siempre respondio:

    - Se distingue una melodia “agil y vigorosa”.

    Desde un lento a una guaracha… ja ja ja

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