Reflejo

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800px-MSH82_st_helens_spirit_lake_reflection_05-19-82Discutía en el post anterior sobre el aspecto pre-reflectivo de la conciencia. Decíamos que cada experiencia conlleva un elemento que permite calificarla como ‘propia’ o ‘de uno’. ¿Qué pasa cuando el objeto de la experiencia (percepción, memoria, …) es uno mismo? Es una pregunta que motiva la caracterización del aspecto reflectivo de la conciencia.

Por ejemplo El otro día, el muchacho David me preguntó por los motivos que me habían llevado, muchos años atrás, a hacer tal o cual cosa. Me costó un poco responder, porque en realidad, no era algo que tuviese fresco en la memoria. Reflexioné, para poder ponerme en contexto, y luego intenté darle una respuesta, de acuerdo a quién era yo en ese entonces.

Literalmente, tuve que pensar “A ver, en ese entonces tenía X años de edad, estaba en la Universidad, no estaba pololeando, …” y traer, aparte de recuerdos, la experiencia de ser yo en ese preciso marco de tiempo solicitado por David.

Lo que realicé fue dirigir mi percepción hacia mí mismo, tomándome como objeto. Esto, involucra una autodivisión, o autodistanciación, y aparecen dos experiencias mías: la de estar reflexionando (en el presente), y aquella sobre la que estoy reflexionando particularmente (en el pasado, lo que me pedía David).

Respecto a la reflexión, es válido preguntarnos ¿implica pérdidas en la experiencia vivida? ¿incorpora elementos que no estaban presentes en la experiencia original? ¿qué grado de distorsión involucra la reflexión? Es como en la foto de arriba. En ella hay dos montañas: La original, y el reflejo. Y no son idénticas (la misma), ni tampoco iguales (una copia).

Además, la fenomenología se centra en el estudio de la experiencia. Para poder realizar este estudio, es imperativo un uso ‘metódico’ (uh?) de la reflexión. Si deseo obtener información válida de la reflexión, es clave conocer hasta que punto es ésta confiable.

Nos propone la fenomenología que la reflexión revela una estructura morfológica de la experiencia, que es posible de ser conceptualmente articulada. En este proceso, una experiencia ‘cruda’ es transformada (cocinada podríamos decir :)), dándole un sentido. Esta articulación se realiza usando los métodos que ya nombramos. Aun así, la experiencia tiene un significado autocontenido, propio, que estos métodos simplemente liberan, explican, o articulan, sin imponer nuevos significados.

En el siguiente post veremos cómo la fenomenología aborda el tiempo.

Antes de reflexionar

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Cuando discutíamos el funcionalismo, vimos una manera de explicar la conciencia de uno mismo, y comentamos a la pasada que la fenomenología no aceptaría una explicación basada en estados mentales y la capacidad de tomarlos como objeto de atención.

Mind-artistic-spiralLo bueno, es que tomé un libro de fenomenología y dice exactamente lo mismo (tengo corroboración, eeeehh!). Lo que propone la fenomenología es que toda experiencia consciente implica un substrato de auto conciencia pre-reflectiva. Es una forma un poco rimbombante de decir que cada experiencia que tenemos es posible de ser caracterizada como propia. O sea, que el sujeto que está experimentando es uno mismo.

Esto que suena como obvio, bueno, en realidad no lo es tanto. ¿Recuerdan cómo a Neo podían ‘cargarle’ programas de artes marciales? En ese proceso, Neo no pasaba por la experiencia del aprendizaje, simplemente se le transferían las habilidades en cuestión. El enfoque fenomenológico negaría esta posibilidad, por cuanto implica que la experiencia es un objeto separable del sujeto. Para otro ejemplo, de disociación de experiencia y sujeto, vean la serie Dollhouse, la están dando en el canal Fox.

¿Qué caracteriza a esta auto conciencia pre-reflectiva? Sería una condición necesaria (pero no suficiente) para la experiencia, intrínseca, involuntaria, tácita, no observacional (no es reflexión), y no objetivizante.

Luego, cada vez que tenemos una experiencia (percibir algo, recordar algo, imaginar algo), aparte del objeto de la experiencia (el algo), cada una de ellas tiene en común que son algo para mí (el sujeto de la experiencia). Esto es lo que convierte a la experiencia en subjetiva: el hecho que cada sujeto es único.

Aquí podríamos comenzar un debate epistemológico (¿cómo es posible entonces conocer la realidad, si toda experiencia es subjetiva? ¿existen hechos objetivos?), pero eso lo dejaré para más adelante, en una serie acerca del conocimiento.

La conciencia pre-reflectiva es lo que nos permite, por ejemplo, sentir que las experiencias que tenemos son nuestras, aun cuando en su momento no les estábamos prestando atención. Como cuando vamos manejando, pasamos un cruce, y luego nos preguntamos “chuta! ¿la luz estaba verde o roja?”. Este es un ejemplo en el que, aun cuando no estamos prestando atención a la experiencia de manejar, no podemos decir ni que a) estábamos inconscientes, ni que b) no estábamos en control de nuestras acciones.

En este post hablamos acerca de las características pre-reflectivas de la conciencia. En el siguiente post hablaremos de la capacidad de reflexionar acerca de nuestras experiencias.

Ser objetivo

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El quehacer científico se basa, mayoritariamente, en tomar cierto objeto de estudio, y observarlo de forma “no comprometida”, neutral, de manera que dichas observaciones puedan ser repetidas por otros investigadores, comprobadas independientemente. En la medida que estas observaciones van formando parte de un consenso, se validan y son usadas para establecer desarrollos posteriores (leyes, teorías), con diverso poder predictivo respecto del objeto en cuestión.

A esto se le llama un enfoque “en tercera persona”, y es el que mayoritariamente engloba a las explicaciones respecto a la mente que discutimos en la serie anterior (conductismo, funcionalismo, …).

Una pregunta relevante es, ¿podemos estudiar la mente exclusivamente con un enfoque en tercera persona”. La fenomenología propone que dicho enfoque no es capaz de estudiar a fondo la mente, que “se le escapan” elementos clave. Según la fenomenología, existen elementos de la mente que sólo pueden estudiarse desde el punto de vista de la misma persona que está experimentando fenómenos mentales (memoria, percepción, imaginación, …).

La fenomenología propone que usemos un enfoque “en primera persona”. Pero entonces, lo que obtengamos, ¿podrá ser llamado “científico”? Por definición, no sería objetivo, sino subjetivo. ¿Qué hacer?

La fenomenología responde con un conjunto de métodos para el estudio en primera persona, que clama generar observaciones que pueden ser usadas en un contexto científico. O sea, observaciones que evitan el sesgo y la subjetividad. Estos métodos son:

  • Epoché. Consiste en suspender, poner entre paréntesis, nuestra aceptación de la existencia de una realidad objetiva que está a la espera de ser descubierta e investigada. Es suspender nuestra actitud dogmática hacia la realidad, de manera de poder enfocarnos en lo que nos es simplemente dado por nuestra experiencia per se.
  • Reducción fenomenológica. Consiste en analizar la interdependencia correlacional entre estructuras específicas de la subjetividad y modos específicos de la apariencia o lo dado. En castellano, es dejar de interesarse en qué son los objetos, para enfocarnos en cómo son, de acuerdo a nuestra experiencia.
  • Variación eidética. Consiste en identificar las características invariantes de las cosas que experimentamos, descartando sus propiedad no esenciales, de manera de obtener el conjunto de propiedades del objeto que este siga siendo dicho objeto y no otro. De esta manera se analizan actos cognitivos tales como la percepción, el reconocimiento facial, la toma de decisiones, la percepción social, entre otros.
  • Corroboración intersubjetiva. Consiste en determinar el grado en que es posible replicar las estructuras descubiertas mediante los pasos anteriores con las experiencias de otros sujetos, de manera de descubrir si son universales o al menos si son capaces de ser compartidas.

Todos estos métodos se apoyan además en la idea que la conciencia no es simplemente otro objeto en el mundo, (como los árboles, los modelos matemáticos, los procesos químicos, las relaciones sociales, o los artefactos culturales), sino que la conciencia es el “lugar” donde todos estos objetos del mundo se revelan. En otras palabras, este enfoque niega que haya cosas “dentro” de la mente y otras “fuera” de la mente. El mundo y el ser son una unidad que se establece en la mente.

En el siguiente post veremos cómo enfoca la fenomenología algunos elementos del estudio de la mente.

¿Tienes experiencia?

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Continuando con el tema que estamos desarrollando, partamos diciendo que el objeto de estudio de la fenomenología (para el caso de la mente) es la experiencia. En particular, los elementos que conforman la estructura de la experiencia. Esto, desde un punto de vista en primera persona, o sea, originado en quien tiene la experiencia.

¿Cuál es la estructura de la que estamos hablando? Podríamos pensar en dos elementos. Uno es la intencionalidad. Se refiere a que todo estado consciente, es consciente de algo. Si percibo, percibo algo. Cuando recuerdo, estoy recordando algo. Al imaginar, imagino algo. Cuando emito un juicio, es acerca de algo. Esto implica una referencia hacia el mundo. En realidad, mi percepción está sumergida en el mundo (embebida, podríamos decir). Dentro de la intencionalidad podríamos analizar diversos aspectos de la percepción:

  • Interpretación. Cuando percibo algo, no sólo estoy recibiendo información. Sino que le asigno un significado a lo percibido, interpretándolo de acuerdo al contexto (pragmático, social, cultural, …), y de acuerdo a mis experiencias previas. Cuando veo mi taza sobre el escritorio, le doy una semántica, y le asigno una interpretación (recipiente para beber), o si se me da vuelta, le doy otra semántica y le asigno otro significado (origen de mi enojo).
  • Corporalidad. Como caso particular del punto anterior, la experiencia y su interpretación para el individuo está sujeta a las posibilidades y limitaciones corporales, incluyendo el hecho que nuestro cuerpo está sumergido en el mundo (i.e. embebido). Nuestra interpretación del mundo sería distinta, por ejemplo, sí fuésemos seres acuáticos que se comunican por ultrasonido.
  • Continuidad espaciotemporal. Nuestra experiencia trabaja bajo un supuesto de continuidad, que nos permite, por un lado, saber que somos el mismo ser que éramos hace unos momentos (una unidad), y nos permite, por otro lado, actuar bajo un supuesto de coherencia entre pasado, presente y futuro. Si me lanzan un manojo de llaves, yo puedo anticipar que seguirá una trayectoria, e intentar agarrarlo. No esperamos que desaparezca en el aire, y aparezca cinco minutos después al otro lado del planeta, por ejemplo.
  • Incompletitud. No percibimos la totalidad de un objeto a la vez, por un tema (nuevamente) corporal. Nuestros sentidos están localizados en nuestro cuerpo de tal manera, que para experimentar un objeto completamente, por ejemplo, tenemos que tocarlo, darlo vuelta para ver cómo es por detrás, olerlo tal vez. Y, nuevamente, podemos integrar todos esos ‘fragmentos de percepción’ en una sola experiencia del objeto, dándole continuidad a nuestra experiencia.
  • Enfoque. Lo que en algunos lados llaman gestalt. Nuestra percepción se enfoca, cada vez, en un subconjunto del objeto. Mientras escribo estas líneas, me enfoco cada vez en escribir una letra, una palabra, y dejo en el fondo, temporalmente, las anteriores escritas y las posteriores por escribir. No puedo tenerlas todas presentes a la vez. O cuando voy a la escuchar una sinfonía, si quiero captar con detalle el fagot, tengo que dejar en el fondo al resto de los intrumentos por un tiempo.

Recalco que estas interpretaciones se hacen a la luz del hecho que la percepción es a través de un sujeto, que este sujeto está en el mundo, en un cuerpo, y tiene sus motivaciones y propósitos. Esto es diametralmente opuesto a lo que habíamos visto de la posición de Descartes, que suponía que la mente puede existir sin cuerpo. (Y, uhm, by the way, es la postura del catolicismo, cuando hablan de la inmortalidad del alma).

Decíamos que podíamos pensar en dos elementos de la percepción. El primero, la intencionalidad. El segundo son las características cualitativas de la experiencia, el ‘qué siente’ que veíamos en el post anterior.

A diferencia de las teorías que veíamos en la serie anterior (dualismo, funcionalismo, conductismo), podemos notar que la fenomenología no busca explicar la mente. La describe. No nombra neuronas, circuitos, procesos con entrada y salida. Es como la relación entre la cinemática y la dinámica. La idea es que conociendo mejor el fenómeno en estudio (la percepción) podremos desarrollar mejores explicaciones del fenómeno.

En el siguiente post hablaremos sobre el método fenomenológico.

Disfrutar

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Mientras escribo, escucho un concierto de 1970 de Led Zeppelin. ¿Cómo es escucharlo? ¿qué tal es? Son preguntas válidas. De hecho, luego de algunos conciertos, me han pedido mi opinión ¿cómo estuvo? ¿cómo sonaba?

También me ha pasado con la música de otros países. Por ejemplo, la que acompaña a los derviches giratorios en Turquía. Toda una experiencia ver a esos personajes, de hecho hice una descripción de ella en otra parte (cerca del final).

Y hablando de Turquía, ahí viví mi primer (y hasta el momento, único) viaje en globo. ¿Qué se siente andar en globo?

Para los tres casos descritos (la audición de una pieza musical, la asistencia a una ceremonia mística, la experiencia de estar suspendido en el aire), yo podría intentar describirla, explicarla, echando mano a diversas herramientas.

  • Para la música, puedo escribir una partitura. O puedo explicar cómo los diversos instrumentos generan ondas de sonido. O podría dibujar dichas ondas y cómo varían en el tiempo. O podría usar onomatopeyas (i.e. tararear). Algunas de dichas opciones ¿hará que una persona distinta a mi realmente entienda la experiencia que he tenido al enfrentarme a una interpretación musical? Mientras la otra persona no escuche realmente la pieza musical, no entenderá la experiencia.
  • Para la ceremonia, puedo escribir un guión, como un procedimiento, indicando qué iba sucediendo. Puedo mostrar fotos, o incluso exhibir un video. Pero, en realidad, a todas dichas opciones le faltara algo, ¿no? Ninguna de ellas le permitirá a la otra persona conocer mi experiencia.
  • Para el vuelo en globo aerostático. Puedo explicar de qué está hecho el globo, cómo se fabrica. Explicar la física que le permite elevarse superando la gravedad, mostrando las fórmulas del caso. Pero para quien nunca ha estado suspendido en el aire sin moverse, de nada le servirán mis explicaciones.

Pues bien, fíjense en las explicaciones que he dado en la serie anterior sobre la mente. Hemos hablado de estados mentales, funciones mentales, procesos mentales. Pero sucede que ninguno de ellos es realmente parte de la experiencia del sujeto. Sin duda la sustentan. Pero no son la experiencia misma.

Volviendo a lo que originó nuestra primera serie sobre la mente, una máquina que tiene implementados todos los procesos mentales (percepción, cognición, memoria, …), ¿puede expresar qué se siente tener dichas experiencias? ¿es consciente? La conciencia ¿se puede implementar?

Toda esta discusión nos sirve para adentrarnos en el estudio de la conciencia, tal como la experimenta el sujeto (en primera persona, podríamos decir), usando los métodos de la fenomenología. Lo iremos desarrollando en los siguientes posts.

Para ello, me estoy apoyando en este libro. Nuevamente, intentaré usar mis propias palabras, y mis propios ejemplos.

Resumen de la mente

This entry is part 1 of 15 in the series Filosofía de la mente
  • Comenzamos en “Me entiende y me habla”, planteándonos la pregunta ¿cómo haremos en el futuro para distinguir la inteligencia humana de otros tipos de inteligencia?
  • En “Somos especiales” nos preguntamos respecto a la diferencia entre emular la inteligencia y realmente tenerla. Vimos que la conciencia era un punto importante.
  • En “Buscando la diferencia” exploramos condiciones necesarias y suficientes de tener mente, y su relación con el medio donde ésta aparece (neuronas, silicio).
  • En “Descartes subestima el dolor de muelas” expusimos dos problemas: el de las otras mentes, y el la relación cuerpo-mente. Vimos también que la posición Cartesiana es el dualismo.
  • En “Compórtese” vimos la posición conductista.
  • En “¡No te metas en mi mundo!” hablamos de los estados privados.
  • En “Sigue la regla” discutimos el argumento de Wittgenstein sobre los lenguajes privados.
  • En “Miénteme” vimos que el conductismo se queda corto en su exposición de la mente.
  • En “Conéctalo y mira si funciona” expusimos el funcionalismo.
  • En “Estropeado” nombramos algunos casos extremos para ‘testear’ la fuerza de la postura funcionalista.
  • En “Emulador de inteligencia” tratamos de ver cómo se exportaría el funcionalismo a mentes no humanas.
  • En “No seas inconsciente” expusimos la objeción de la fenomenología.
  • En “Me estas hablando en chino” discutimos el argumento de Searle que intenta echar abajo la postura funcionalista.
  • Por último, en “Supongo”, comentamos algunos supuestos que están debajo de toda la discusión desarrollada, y que podrían ser inadecuados.

Vaya, fueron 14 posts en el tema de la mente! Para desarrollar este tema, me basé principalmente en este libro de Appiah, tomé el capítulo 1, y lo fui siguiendo, pero exponiendo el tema en mis propias palabras, e intentando diseñar mis propios ejemplos. Además, durante estas semanas me leí las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein, con el objeto de entender bien su argumento del lenguaje privado. Por último, en estos días estoy terminando la introducción a la mente de Searle, que está súper claro y didáctico, tal vez luego de ver el camino de la fenomenología, tome algunas de las cosas de Searle en un nuevo camino.

En el próximo post, comenzaré a revisar el punto de vista de la fenomenología para la mente.