Vimos en el post pasado de esta serie que la postura cartesiana propone que exijamos evidencia irrefutable como condición de justificación. Lamentablemente, eso nos dejaría con muy poco conocimiento a nuestro haber: nuestra existencia, el contenido de nuestra mente, y las verdades necesarias. Pero nada respecto al mundo físico. Relajemos entonces la condición propuesta por Descartes, y en vez de exigir evidencia irrefutable, usemos evidencia suficientemente buena como condición de justificación para el conocimiento. Esto exige entonces definir qué sería “suficientemente buena”.
Para responder a esto, John Locke (1632 — 1704) propuso examinar cómo se construye el conocimiento y buscar entonces sus fuentes. Propone que al nacer nuestra mente está ‘en blanco’, y que, en la medida que vamos acumulando experiencias, vamos ‘llenando’ nuestra mente de ideas. Estas ideas, entonces, serían los elementos con los que se construye el conocimiento.
¿Dónde se originan las ideas? Locke propone dos fuentes, ambas basadas en la percepción:
- La sensación sería la fuente de ideas respecto a los objetos externos a nuestra mente, que percibimos con los sentidos. Por ejemplo, mi idea que “escucho una aspiradora” se origina en que estoy escuchando una aspiradora funcionando en el pasillo.
- La reflexión, sería la fuente de ideas respecto a los objetos internos a nuestra mente, que percibimos con las operaciones de nuestra mente. Por ejemplo, mi idea que “creo que alguien está aspirando” se origina en una deducción que hago mentalmente (no veo a nadie operando la aspiradora, pero esta no puede funcionar por sí sola).
Además de estas dos fuentes de ideas como elementos para construir conocimiento, Locke propone también que podemos llegar a conocer cosas por razonamiento, que no requiere de evidencia de los sentidos. En esta categoría caerían las verdades necesarias indicadas por Descartes. Por ejemplo, luego de un proceso de razonamiento, puedo saber que la derivada respecto a x de la función exponencial(x), es la función exponencial(x).
Esta propuesta de Locke amplía el conjunto de cosas que podemos conocer, respecto a la propuesta de Descartes. Específicamente, al incluir la sensación como fuente de ideas, abrimos la posibilidad a conocer el mundo físico y nuestro cuerpo, cosa que para Descartes estaba descartada (no pun intended). Sin embargo, esta ampliación del conjunto de cosas que podemos saber puede parecernos arbitraria. ¿Basta con decretar que estas son las fuentes, y automáticamente crece nuestro conocimiento? No. Como ya vimos, hay que incorporar un criterio para decidir en cuál evidencia (ya no necesariamente irrefutable) podremos confiar para justificar nuestras creencias. En el siguiente post discutiremos la propuesta del fundacionalismo como criterio de decisión.