Fundación

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[Continuamos con nuestra exploración de la epistemología]

La idea general del fundacionalismo es identificar un conjunto de creencias de las que se tenga certeza, y luego, usar este conjunto para fundamentar otras creencias. Es una estrategia semejante a la usada en matemáticas: a partir de ciertos axiomas considerados ciertos, se deducen teoremas usando un argumento válido, de manera que, cuando las premisas son verdaderas, se transmite la verdad al teorema concluido.
Esta estrategia fundacionalista necesita responder entonces dos preguntas: cuáles son las creencias básicas, y cómo estas creencias básicas fundamentan otras creencias.

Ya hemos visto las propuestas de Descartes y de Locke, veamos cómo se aplica la estrategia fundacionalista a estas propuestas:

  • En la propuesta de Descartes, la clase fundacional serían las creencias para las cuales tenemos evidencia irrefutable.
  • En la propuesta de Locke, la clase fundacional sería las creencias perceptuales, según dos enfoques: Creencias acerca del mundo físico, fundamentadas por la experiencia sensorial; y creencias acerca de nuestra mente, fundamentadas por la reflexión.

En el caso de Descartes, ya vimos que tiene como consecuencia que de su clase fundacional sólo se puede deducir que existimos, y nada del mundo físico.

Revisemos en detalle ahora las consecuencias de la propuesta de Locke. Él argumenta que aumentar las creencias que conforman la clase fundacional incorporando la experiencia sensorial no es algo arbitrario o antojadiza, por dos motivos:

  • Causa externa: Nuestras experiencias son involuntarias. Una vez que abro los ojos, no puedo decidir qué experiencia tendré. Por lo tanto, algo externo a mi propia mente debe estar causando la experiencia.
  • Consistencia: Nuestras experiencias son consistentes. Lo que reporta un sentido, se puede corroborar con otro.

Si recordamos nuestro ejemplo de Neo, vemos que ninguna de las dos cosas nombradas nos ayuda como criterio para decidir si estamos o no dentro de la Matrix, puesto que ambas condiciones pueden ser replicadas dentro de ella. Las experiencias de Neo dentro de la Matrix tenían una causa externa: eran experiencias producidas directamente en su cerebro por la Matrix. Además, las experiencias de Neo dentro de la Matrix eran consistentes: en toda una vida que llevaba adentro, no encontró inconsistencias experienciales que le permitieran deducir que estaba dentro de ella. En otras palabras, para Neo, estar dentro de la Matrix es indistinguible de estar dentro del mundo real.

Sin haber visto esta película en el siglo XVI, Locke estaba al tanto de este tipo de argumentos (no es broma), y él responde que contamos entonces con creencias probables (probabilidad menor que uno), y no creencias irrefutables (probabilidad uno), pero que, en la práctica, eso sería todo lo que se necesita para construir conocimiento. Veamos por qué.

Poniéndonos en el contexto de nuestra definición propuesta de conocimiento como creencia que es verdad y está justificada, en el caso de Locke así se diferencia el caso entre estar dentro de la Matrix y estar fuera de ella:

  • Caso en que Neo está fuera de la Matrix: Tiene evidencia experiencial verdadera de que ve el sol. Creer en esta evidencia, en el esquema de Locke, le permite justificar que tiene conocimiento de que “veo el sol”. De ello deduce que “no estoy en la Matrix”.
  • Caso en que Neo está dentro de la Matrix: La única diferencia respecto del argumento anterior, es que la evidencia que tiene Neo de que ve el sol es falsa. Es falsa porque, recordemos, en la Tierra en el 2199 no se veía el sol. Por lo tanto, cuando Neo cree en esta evidencia, justifica a partir de ella que “veo el sol”, y con ello deduce que “no estoy en la Matrix” está llegando a una deducción incorrecta.

Notemos que, en ambos casos, la evidencia es consistente y causada externamente (tal como lo pide Locke). Notemos también que la justificación en ambos casos también es válida, porque parte de las mismas premisas y llega a la misma conclusión.

El motivo por el cual Neo dentro de la Matrix no tiene conocimiento de que “veo el sol” no es porque esté injustificado en creerlo: al fin y al cabo cuenta con exactamente la misma evidencia que quien está fuera de la Matrix. Neo no tiene conocimiento porque su creencia de que “veo el sol” es falsa. Al ser falsa su creencia, ésta no califica como conocimiento. Por lo tanto, su deducción de que “no estoy en la Matrix” es incorrecta porque parte de una premisa falsa.

Todo muy bien hasta aquí, pareciera que Locke se ha ganado una estrellita en la mano. Pero, ¿qué pasa si dejamos a Neo tener algunas creencias que fuesen verdad? Por ejemplo, quien controla la Matrix podría mirar por su ventana, ver que está nublado en el mundo real en el 2199, y hacer que dentro de la Matrix también esté nublado. En este caso, la estrategia de Locke permitiría decir que Neo sabe que “está nublado”, porque tendría una creencia que es verdad y está justificada. Pero, nosotros diríamos que en realidad Neo no sabe realmente que “está nublado”, sino que es una ilusión que, por casualidad, concuerda con la realidad.

Vimos anteriormente que la propuesta de Descartes nos llevaba a la conclusión que no conocemos cosas que en realidad, si conocemos. Pero en este post, vemos que la propuesta de Locke lleva a la conclusión que podríamos conocer cosas que en realidad, no conocemos. Ninguna nos sirve entonces hasta este minuto.

En el siguiente post, veremos qué otras opciones tenemos. Al fin y al cabo, si en el siglo XVI ya estaba claro todo esto, sin duda los filósofos habrán pensado más opciones para nuestro problema. De repente algún lector ya puede sospechar qué alternativas nos van quedando, ¿alguien hace alguna apuesta?

Tabula Rasa

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Vimos en el post pasado de esta serie que la postura cartesiana propone que exijamos evidencia irrefutable como condición de justificación. Lamentablemente, eso nos dejaría con muy poco conocimiento a nuestro haber: nuestra existencia, el contenido de nuestra mente, y las verdades necesarias. Pero nada respecto al mundo físico. Relajemos entonces la condición propuesta por Descartes, y en vez de exigir evidencia irrefutable, usemos evidencia suficientemente buena como condición de justificación para el conocimiento. Esto exige entonces definir qué sería “suficientemente buena”.


Para responder a esto, John Locke (1632 — 1704) propuso examinar cómo se construye el conocimiento y buscar entonces sus fuentes. Propone que al nacer nuestra mente está ‘en blanco’, y que, en la medida que vamos acumulando experiencias, vamos ‘llenando’ nuestra mente de ideas. Estas ideas, entonces, serían los elementos con los que se construye el conocimiento.

¿Dónde se originan las ideas? Locke propone dos fuentes, ambas basadas en la percepción:

  • La sensación sería la fuente de ideas respecto a los objetos externos a nuestra mente, que percibimos con los sentidos. Por ejemplo, mi idea que “escucho una aspiradora” se origina en que estoy escuchando una aspiradora funcionando en el pasillo.
  • La reflexión, sería la fuente de ideas respecto a los objetos internos a nuestra mente, que percibimos con las operaciones de nuestra mente. Por ejemplo, mi idea que “creo que alguien está aspirando” se origina en una deducción que hago mentalmente (no veo a nadie operando la aspiradora, pero esta no puede funcionar por sí sola).

Además de estas dos fuentes de ideas como elementos para construir conocimiento, Locke propone también que podemos llegar a conocer cosas por razonamiento, que no requiere de evidencia de los sentidos. En esta categoría caerían las verdades necesarias indicadas por Descartes. Por ejemplo, luego de un proceso de razonamiento, puedo saber que la derivada respecto a x de la función exponencial(x), es la función exponencial(x).

Esta propuesta de Locke amplía el conjunto de cosas que podemos conocer, respecto a la propuesta de Descartes. Específicamente, al incluir la sensación como fuente de ideas, abrimos la posibilidad a conocer el mundo físico y nuestro cuerpo, cosa que para Descartes estaba descartada (no pun intended). Sin embargo, esta ampliación del conjunto de cosas que podemos saber puede parecernos arbitraria. ¿Basta con decretar que estas son las fuentes, y automáticamente crece nuestro conocimiento? No. Como ya vimos, hay que incorporar un criterio para decidir en cuál evidencia (ya no necesariamente irrefutable) podremos confiar para justificar nuestras creencias. En el siguiente post discutiremos la propuesta del fundacionalismo como criterio de decisión.