Enfoque fenomenológico para el estudio de la mente

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Por fin está completa esta serie que estudia la filosofía de la mente desde el punto de vista de las técnicas fenomenológicas:

  • Introducción: En “Disfrutar” y “¿Tienes experiencia?” comenzamos a acercanos al tema de estudio de la fenomenología, la estructura de la experiencia.
  • Métodos: En “Ser objetivo” discutimos las herramientas que pone la fenomenología a nuestra disposición. Estas herramientas parten de la perspectiva en primera persona, pero son capaces de entregar interpretaciones de datos empíricos de forma científicamente rigurosa.
  • Conciencia y autoconciencia: En “Antes de reflexionar” y en “Reflejo” exploramos la estructura fenomenológica pre-reflectiva y reflectiva de la conciencia.
  • Tiempo: En “Sumergido en el tiempo” vimos la naturaleza temporal intrínseca de la experiencia.
  • Percepción: En “Percepción > suma de sensaciones” hablamos acerca de la percepción y su relacipon con nuestro cuerpo y el mundo que lo rodea.
  • Intencionalidad: En “No fue mi intención” profundizamos acerca de las características de la experiencia de un objeto y vimos la inseparabilidad del sujeto y del mundo.
  • Mente corporal: En “Cuerpo 1″ y “Cuerpo 2″ situamos al cuerpo como elemento integral de la experiencia, que se hace transparente en ella, y que es imposible de separar de ella.
  • Acción y agencia: En “Luz, cámara, ¡acción!” proyectamos los temas anteriores hacia la causalidad de nuestras acciones, y el sentido de propiedad que tenemos de ellas.
  • Conocimiento de los otros: En “Deseo tomarme una foto contigo” tocamos la capacidad humana de conocer otras mentes, y la privacidad de los estados mentales.
  • Yo y persona: En “Autorretrato” finalizamos la serie con la experiencia del yo, y los elementos que lo constituyen, a un nivel experiencial y a un nivel narrativo.

Fue cerca de un año de trabajo, con un texto de apoyo que, siendo introductorio, ¡no tenía nada de simple! Dada mi formación centrada principalmente en las ciencias exactas, fue complicado adentrarse en el mundo ‘desde la primera persona’, pero sin duda estoy satisfecho y conforme con haberlo hecho, fue un excelente descubrimiento de las ideas y posturas de Brentano, Husserl, Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty.

¿Qué veremos ahora? ¿Alguna sugerencia?

Luz, cámara, ¡acción!

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Pasamos la mayor parte de nuestra vida en acción, sujetos a preocupaciones de índole práctica.

Fenomenológicamente, podemos decir que un movimiento es una acción cuando éste está dirigido por una meta y es deliberado. Bajo esta definición, uno es agente de dicha acción.

Revisemos la estructura fenomenológica de la acción.

Meta de una acción

En la manipulación y uso de los objetos en el mundo, le asignamos a los objetos significados prácticos, emocionales, estéticos o personales. Estos significados conforman un contexto físico y social, que determina patrones de normalidad para nuestras acciones, derivados por ejemplo de la observación del actuar de otros.

Este contexto hace que las metas  de mis acciones no correspondan a una simple cadena estímulo-respuesta, sino que su significado es contextualmente complejo e intersubjetivamente determinado. ¿Qué horizonte tiene la meta de una acción? Veamos un ejemplo:

Mientras cocinas, te preguntan por qué sostienes una cuchara de palo. Respondes:

  1. Porque revuelvo la sopa.
  2. Porque estoy cocinando.
  3. Porque preparo mi almuerzo.
  4. Porque es feriado y hoy no viene la asesora del hogar.
  5. Porque estoy con sobrepeso y cocino hipocalórico para adelgazar.

Cada una de estas respuestas refleja un motivo para nuestro actuar, pero están a distinto nivel de  la intencionalidad de la acción. Para responder a la pregunta ¿por qué sostienes una cuchara de palo? nuestra respuesta estará dirigida al nivel pragmático de descripción apropiado más alto.

Sentido de agencia

Una persona no es agente si no sabe que ha causado deliberadamente que algo suceda. Estar consciente de que se es agente de una acción puede pensarse en dos niveles:

  • Nivel pre-reflectivo, donde se genera un sentido experiencial de agencia. En este nivel, no atiendo al los movimientos que componen mi acción, sino que mantengo un sentido recesivo y vago de que estoy en movimiento. El sentido de agencia en este nivel se produce en función de las señales corporales (eferentes y retroalimentación aferente), y la retroalimentación intencional (tarea, meta).
  • Nivel reflectivo, donde me atribuyo la agencia a mí mismo. En este nivel, los movimientos que componen mi acción son el resultado de un ejercicio de mi voluntad, fruto de una decisión. Mantengo una conciencia explícita de que actúo por ciertas razones.

Existen dos explicaciones contrapuestas para la aparición del sentido de agencia:

  1. Top down: Construyo narrativas autorreferentes, explicando mi conducta de manera retrospectiva, dándole  sentido a mis acciones de manera reflectiva en términos de mis creencias y deseos.
  2. Bottom up: Tengo la atribución de agencia de alto nivel (reflectivo) porque tuve (o recuerdo haber tenido) el sentido de agencia de primer orden (pre-reflectivo).

Según la descripción dada en este post, ¿qué opinas tú respecto a esta situación?: Mientras otra persona habla, o mientras estás en una sala de espera, mueves la pierna, o los dedos de la mano sobre una superficie,  ¿esto es acción, o es sólo movimiento?

El tema del siguiente post será ¿cómo conocemos a otros?

La imagen la tomé de Commons de Wikipedia.

Reflejo

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800px-MSH82_st_helens_spirit_lake_reflection_05-19-82Discutía en el post anterior sobre el aspecto pre-reflectivo de la conciencia. Decíamos que cada experiencia conlleva un elemento que permite calificarla como ‘propia’ o ‘de uno’. ¿Qué pasa cuando el objeto de la experiencia (percepción, memoria, …) es uno mismo? Es una pregunta que motiva la caracterización del aspecto reflectivo de la conciencia.

Por ejemplo El otro día, el muchacho David me preguntó por los motivos que me habían llevado, muchos años atrás, a hacer tal o cual cosa. Me costó un poco responder, porque en realidad, no era algo que tuviese fresco en la memoria. Reflexioné, para poder ponerme en contexto, y luego intenté darle una respuesta, de acuerdo a quién era yo en ese entonces.

Literalmente, tuve que pensar “A ver, en ese entonces tenía X años de edad, estaba en la Universidad, no estaba pololeando, …” y traer, aparte de recuerdos, la experiencia de ser yo en ese preciso marco de tiempo solicitado por David.

Lo que realicé fue dirigir mi percepción hacia mí mismo, tomándome como objeto. Esto, involucra una autodivisión, o autodistanciación, y aparecen dos experiencias mías: la de estar reflexionando (en el presente), y aquella sobre la que estoy reflexionando particularmente (en el pasado, lo que me pedía David).

Respecto a la reflexión, es válido preguntarnos ¿implica pérdidas en la experiencia vivida? ¿incorpora elementos que no estaban presentes en la experiencia original? ¿qué grado de distorsión involucra la reflexión? Es como en la foto de arriba. En ella hay dos montañas: La original, y el reflejo. Y no son idénticas (la misma), ni tampoco iguales (una copia).

Además, la fenomenología se centra en el estudio de la experiencia. Para poder realizar este estudio, es imperativo un uso ‘metódico’ (uh?) de la reflexión. Si deseo obtener información válida de la reflexión, es clave conocer hasta que punto es ésta confiable.

Nos propone la fenomenología que la reflexión revela una estructura morfológica de la experiencia, que es posible de ser conceptualmente articulada. En este proceso, una experiencia ‘cruda’ es transformada (cocinada podríamos decir :)), dándole un sentido. Esta articulación se realiza usando los métodos que ya nombramos. Aun así, la experiencia tiene un significado autocontenido, propio, que estos métodos simplemente liberan, explican, o articulan, sin imponer nuevos significados.

En el siguiente post veremos cómo la fenomenología aborda el tiempo.