Era un pueblo muy dichoso en este mundo
siempre exento de pesares y de males
do vivían animales en continua diversión
En las fiestas los felices habitantes
con vestidos de lo más extravagantes
asistían a conciertos y alborotos sin igual
Unos patos resoplaban las trompetas
los zancudos rasguñaban los violines
y tocaban los clarines un león con un ratón
Un conejo con anteojos ahumados
asomado en la ventana de su pieza
dirigía con firmeza aquel concierto musical
Un canguro muy ufano y con guantes
conversando con dos grandes cocodrilos
se reían de un gusano que tocaba el acordeón
Las tortugas caminaban lentamente
sin saber que ya la fiesta terminaba
con su casa a las espaldas y la calma de rigor
Las lechuzas con sus ojos muy abiertos
se reían de los sapos y las ranas
que comían avellanas y tocaban el tambor
Y por fin los papagayos desde el techo
asistían muy ufanos al concierto
aumentando el desacierto y alboroto general