Ser objetivo

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El quehacer científico se basa, mayoritariamente, en tomar cierto objeto de estudio, y observarlo de forma “no comprometida”, neutral, de manera que dichas observaciones puedan ser repetidas por otros investigadores, comprobadas independientemente. En la medida que estas observaciones van formando parte de un consenso, se validan y son usadas para establecer desarrollos posteriores (leyes, teorías), con diverso poder predictivo respecto del objeto en cuestión.

A esto se le llama un enfoque “en tercera persona”, y es el que mayoritariamente engloba a las explicaciones respecto a la mente que discutimos en la serie anterior (conductismo, funcionalismo, …).

Una pregunta relevante es, ¿podemos estudiar la mente exclusivamente con un enfoque en tercera persona”. La fenomenología propone que dicho enfoque no es capaz de estudiar a fondo la mente, que “se le escapan” elementos clave. Según la fenomenología, existen elementos de la mente que sólo pueden estudiarse desde el punto de vista de la misma persona que está experimentando fenómenos mentales (memoria, percepción, imaginación, …).

La fenomenología propone que usemos un enfoque “en primera persona”. Pero entonces, lo que obtengamos, ¿podrá ser llamado “científico”? Por definición, no sería objetivo, sino subjetivo. ¿Qué hacer?

La fenomenología responde con un conjunto de métodos para el estudio en primera persona, que clama generar observaciones que pueden ser usadas en un contexto científico. O sea, observaciones que evitan el sesgo y la subjetividad. Estos métodos son:

  • Epoché. Consiste en suspender, poner entre paréntesis, nuestra aceptación de la existencia de una realidad objetiva que está a la espera de ser descubierta e investigada. Es suspender nuestra actitud dogmática hacia la realidad, de manera de poder enfocarnos en lo que nos es simplemente dado por nuestra experiencia per se.
  • Reducción fenomenológica. Consiste en analizar la interdependencia correlacional entre estructuras específicas de la subjetividad y modos específicos de la apariencia o lo dado. En castellano, es dejar de interesarse en qué son los objetos, para enfocarnos en cómo son, de acuerdo a nuestra experiencia.
  • Variación eidética. Consiste en identificar las características invariantes de las cosas que experimentamos, descartando sus propiedad no esenciales, de manera de obtener el conjunto de propiedades del objeto que este siga siendo dicho objeto y no otro. De esta manera se analizan actos cognitivos tales como la percepción, el reconocimiento facial, la toma de decisiones, la percepción social, entre otros.
  • Corroboración intersubjetiva. Consiste en determinar el grado en que es posible replicar las estructuras descubiertas mediante los pasos anteriores con las experiencias de otros sujetos, de manera de descubrir si son universales o al menos si son capaces de ser compartidas.

Todos estos métodos se apoyan además en la idea que la conciencia no es simplemente otro objeto en el mundo, (como los árboles, los modelos matemáticos, los procesos químicos, las relaciones sociales, o los artefactos culturales), sino que la conciencia es el “lugar” donde todos estos objetos del mundo se revelan. En otras palabras, este enfoque niega que haya cosas “dentro” de la mente y otras “fuera” de la mente. El mundo y el ser son una unidad que se establece en la mente.

En el siguiente post veremos cómo enfoca la fenomenología algunos elementos del estudio de la mente.