Deseo tomarme una foto contigo

This entry is part 13 of 14 in the series Fenomenología

Veré en este post lo que propone la fenomenología respecto a la cognición social, tema que había tocado antes, y al que había propuesto una respuesta conductista y otra funcionalista.

¿Cómo experimento a los otros?

Como ya comentamos, la fenomenología no reconoce una separación entre cuerpo-mente, sino que reconoce un carácter de ‘mente corpórea’ (embodied mind) o ‘cuerpo mentalizado’ (minded body). En el caso de la experiencia de otros, se aplica este mismo principio.

Las posturas no fenomenológicas ya revisadas proponen la existencia de estados mentales privados y ocultos, a los que sólo la propia persona tiene acceso, y proponen que el mecanismo de acceso a estos estados mentales es exclusivamente por medio de la observación de la conducta del otro.

La fenomenología propone abandonar esta visión según la cual existiría esta asimetría insalvable de acceso a “estados mentales”.

Propone un balance:

  • La conducta corporal del otro no es sólo el efecto observable de un estado mental.
  • La mente no es exclusivamente interna, desconectada del cuerpo y del mundo.

El principio es que los estados afectivos y emocionales del otro  son expresados en sus gestos y acciones (su conducta corporal), y por lo tanto son visibles para uno. De esta manera, no es posible dividir esto en un aspecto conductual (gestos corporales visibles) y un aspecto psicológico (mente invisible), sino que conforman una unidad expresiva.

La fenomenología reconoce entonces que la conducta corporal cumple un rol esencial en la experiencia y la cognición de otros, pero no identifica dicha conducta corporal con los estados mentales; la relación entre ambos es más débil. Tampoco se rebaja a una simple conexión causal entre ambas, sino que establece una relación entre ambos que es más fuerte.

Los estados mentales de otros, tales como los sentimientos, encuentran una expresión natural en su conducta corporal. Pero no todo está abierto a la vista; algunos estados experienciales del otro son inaccesibles, como por ejemplo las creencias o los pensamientos. Pero las experiencias del otro no son esencialmente inaccesibles: no todas ellas pueden carecer de una expresión natural. La conducta corporal no es, por ejemplo, ni necesaria ni suficiente para ciertos fenómenos mentales (tales como mentir, reprimir y engañar).

[¡Imposible dejar de recordar Lie to me en este punto!]

Propone entonces la fenomenología que tenemos una experiencia directa del otro, sin mediaciones, pero que esta experiencia del otro no es igual que la experiencia de uno mismo. De otra manera, el otro se convertiría en una parte de mi mismo.

Veremos a continuación tres niveles de cognición del otro.

Intersubjetividad primaria

Es la percepción directa (no conceptual) de las intencionalidades del otro, a partir de las percepción sensorimotora de sus acciones corporales. Las intencionalidades del otro se expresan explícitamente en sus acciones corporales y en sus conductas expresivas.

La intersubjetividad primaria permite interactuar con el otro en términos de sus expresiones, gestos, intenciones y emociones. Es una capacidad que se desarrolla en el ser humano entre los 8 y 12 meses de edad, antes de estar en posición de teorizar, simular, explicar o predecir estados mentales del otro.

Se refleja en la capacidad que los infantes tienen de:

  • Encontrar en el cuerpo de otros humanos oportunidades para la acción (apretar, chupar, morder, mirar) y para la conducta expresiva por medio de la imitación.
  • Analizar su ambiente y distinguir en él acciones humanas y no humanas
  • Percibir los movimientos del otro como significantivos y orientados a una meta.
  • Coordinar afectivamente sus gestos y expresiones con los de aquellos que los cuidan.
  • Entender perceptualmente al otro de manera específica: Si prestan o no atención, si son amistosos o no, …).

Intersubjetividad secundaria

Es la percepción del otro a partir de las circunstancias pragmáticas del contexto que se comparte.

Por ejemplo, en una situación donde hay una persona sentada, en silencio, con un libro en las manos, y la mirada de la persona está fija en el libro, uno no percibe todos estos elementos uno a uno, para luego considerarlos y deducir que la persona está leyendo. El contexto que esta persona y yo compartimos tiene un sentido pragmático evidente: que la persona está leyendo se establece de manera inmediata.

Vemos las acciones del otro como significativas en términos de metas e intenciones, dentro del ambiente físico e intersubjetivo. El contexto dentro del cual percibo a otro nunca es neutral; el otro es un agente en un contexto pragmático, y este contexto da luz respecto a las intenciones del otro.

Se nos presenta el otro como un cuerpo viviente dentro de una situación o contexto con significado, contexto que es codeterminado por la acción y expresion de dicho cuerpo.

Entiendo al otro por medio de nuestra participación compartida en el mundo que nos es común: encuentro al otro en una situación en el mundo, y lo entiendo en una manera codeterminada por esta situación común y pragmática.

El contexto hace que un fenómeno expresivo en un caso particular se vuelva comprensible (sonreir, ponerse cara de serio, hacer gestos de enojo).

La intersubjetividad secundaria se desarrolla alrededor de los 18 meses de edad, cuando los infantes:

  • Se dan cuenta de cómo los otros interactúan con el mundo y unen las acciones con contextos pragmáticos: qué significan las cosas y para qué son.
  • Comprenden qué quieren hacer los otros con algo, dentro de un contexto específico.
  • Perciben la intencionalidad en acciones contextualizadas de otros, quienes son agentes de actividades prácticas.
  • Dejan de ser observadores pasivos, interactuando con otros.

Narrativas

Existen situaciones donde la intencionalidad no se expresa en acciones, o simplemente carece naturalmente de expresiones, como sucede con lo que uno piensa o cree.

Para entender en esos casos por qué el otro hace lo que hace, es necesaria una cognición social más sofisticada, basada en una prolongada interacción social en la vida real, para la cual el uso del lenguaje es crucial.

Con el desarrollo del lenguaje, las capacidades que nos confieren la intersubjetividad primaria y secundaria son desarrolladas y usadas en contextos socialmente sofisticados, a partir de los cuatro años de edad.

Para entender que otras personas tienen creencias diferentes que las mías acerca del mundo, tengo que involucrarme en narrativas, por medio de desacuerdos, malentendidos, peticiones de clarificación, diálogos reflectivos. Uso el diálogo, la conversación y las narrativas compartidas para explicar y predecir la acción. Al adquirir competencias con diferentes tipos de narrativas es posible entender a los otros de diversas maneras.

Entender al otro requiere la habilidad de situarlo dentro de un contexto pragmático o social detallado, y entender dicho contexto de forma narrativa. De esta manera, una acción se hace inteligible cuando puede encontrar un lugar en una narrativa.

Las grandes narrativas constituyen las prácticas compartidas que informan nuestro entendimiento cultural y de sentido común. El desarrollo de una narrativa requiere al otro.

Ejemplo

El 20 de febrero del 2010, estaba yo paseando por la Plaza Tian’anmen, en Beijing, cuando se me acerca una señora, y comienza a hablar y hacer gestos. Por supuesto, ella hablaba mandarín (supongo) y nada de inglés. Para poder yo entender lo que estaba sucediendo, no basta la intersubjetividad primaria, que me decía que esta señora era amigable y deseaba algo (¿qué?) de mí.

Tampoco basta la intersubjetividad secundaria, que me decía que algo pasaba con su cámara de fotos que tenía en la mano, y con otra persona a la que ella estaba señalando (¿quería que yo le tomara una foto a ellos dos? ¿Que viese si la cámara estaba estropeada?).

Pero yo había leído y además me habían contado, que era común en China que a los occidentales les solicitaran tomarse fotos con los locales. Yo contaba con esta narrativa acerca de los chinos (la narrativa los establece como curiosos respecto de los turistas occidentales), y acerca de mí (en esta narrativa, yo soy un turista occidental).

De esta manera, tengo acceso al deseo del otro de tomarse una fotografía conmigo, y entiendo su petición de hacerlo. El deseo y la petición del otro se hacen evidentes para mí en el contexto pragmático, gracias a la narrativa.

Para finalizar este post y adelantar algo del siguiente, notemos que al adquirir narrativas damos también forma al entendimiento de nosotros mismos: nos entendemos a nosotros mismos por medio de narrativas.